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Un hombre tocándose la cabeza con expresión de dolor

Alcohol y marihuana: diferencias en los efectos que causan

Estas son las diferencias (a corto y largo plazo) entre las dos drogas recreativas más usadas.

 El alcohol y el cannabis son dos de las sustancias que más se utilizan en todo el mundo como drogas recreativas, si obviamos otras con efectos menos intensos como la cafeína y la nicotina. A pesar de que ambos compuestos comparten algunas características, existen diferencias significativas en el modo en que cada una de ellas afecta al organismo a corto y a largo plazo.

En este artículo analizaremos  las principales diferencias entre los efectos del alcohol y los de la marihuana, como se llama comúnmente al producto de la planta Cannabis sativa. Para ello prestaremos atención tanto a la acción que ejercen en el sistema nervioso y en el resto del cuerpo al ser empleadas, pero también en las consecuencias del consumo crónico de estas drogas.

¿Qué es el alcohol y cuáles son sus efectos?

El alcohol es un compuesto químico que se obtiene a partir de la fermentación de determinados vegetales y que ha sido consumido por el ser humano desde tiempos inmemoriales, si bien no siempre se le han dado los mismos usos que en la actualidad; así, por ejemplo, se sabe que en el Antiguo Egipto el alcohol se empleaba básicamente con fines médicos.

Aunque no conocemos con exactitud el mecanismo de acción de esta sustancia, de forma sintética podemos afirmar que el alcohol altera el funcionamiento de las membranas celulares, así como de la parte interna del cuerpo de las células, es decir, del citoplasma.

Los efectos del alcohol dependen en gran medida de la dosis que se consuma. Si la cantidad es pequeña se da una desinhibición de la actividad de la corteza cerebral, lo cual se traduce en relajación cognitiva pero también en un aumento de la frecuencia cardiaca y de la respiratoria. Cuando la dosis es grande disminuyen la coordinación motora y el nivel de conciencia, lo cual puede ocasionar el coma etílico e incluso a la muerte.

En general se considera que el alcohol actúa como depresor del sistema nervioso central, como sucede también con los opioides, incluyendo la heroína, y los medicamentos ansiolíticos, que tienen efectos muy similares en el organismo y pueden provocar un tipo de dependencia fisiológica de características aproximadamente equivalentes.

Propiedades de la marihuana o cannabis

Las distintas especies de la planta Cannabis sativa se usan con fines recreativos a causa de sus efectos euforizantes y relajantes. El principio activo de esta sustancia es el 9-tetrahidrocannabinol, abreviado con frecuencia como “THC”. Otros efectos de la marihuana incluyen déficits en la cognición y en la motricidad, así como el aumento de la vividez sensorial, de la autoconfianza y de la capacidad de introspección.

El cannabis se consume principalmente en dos formatos. El modo de administración más habitual consiste en fumar cigarros que contienen hojas de Cannabis sativa; a esto nos referimos generalmente cuando hablamos de marihuana. Por otro lado, el hachís se obtiene filtrando y secando la resina de la planta, de modo que su concentración de THC es más elevada.

En el pasado el cannabis fue utilizado como medicamento, además de como droga recreativa -uso que se remonta a los pueblos escitas, que habitaban el este de Europa antes del siglo I a.C. En los últimos años se ha recuperado la concepción de la marihuana como fármaco; en este sentido, se prescribe a pacientes de cáncer o de SIDA para tratar síntomas como la falta de hambre o las náuseas.

Diferencias entre los efectos del alcohol y los de la marihuana

Empecemos por los efectos recreativos de estas drogas. En dosis bajas, el alcohol tiene efectos desinhibidores en la mayoría de personas, de modo que puede incrementar la actividad y la sociabilidad. Si la dosis es alta es muy habitual que provoque náuseas y vómitos, lo cual es extraño en el caso del cannabis si no se combina con otras sustancias.

En cambio, la sensación de euforia propia de la marihuana se asocia más bien a la relajación y a la inactividad, y por lo general no actúa como lubricante social sino que promueve el aislamiento, aunque también pueda tener efectos desinhibitorios en relación al juicio y a la conducta sociales. También aumenta las ganas de comer, a diferencia del alcohol.

Como hemos mencionado al principio de este artículo, no es infrecuente que se produzcan el coma y la muerte como consecuencia de sobredosis de alcohol: esta sustancia puede causar paradas cardíacas y respiratorias, además de interferir con el funcionamiento de regiones clave del cerebro. Este riesgo se incrementa cuando se combina el alcohol con otras sustancias psicoactivas. Además la marihuana no provoca resaca, o bien ésta es mucho menos intensa.

A diferencia del alcohol, la marihuana no provoca la muerte de forma tan veloz aunque se consuma en cantidades muy elevadas; sin embargo, como sabemos el hábito de fumar empeora la salud de los sistemas circulatorio y respiratorio. En este último sentido es importante mencionar los cánceres de pulmón, de boca, de garganta, de laringe y de esófago.

Consecuencias para la salud a largo plazo

El consumo crónico de alcohol, por su parte, ha sido asociado a un aumento del riesgo de distintos tipos de cáncer, entre ellos el de mama, el de colon, el de recto y los que hemos mencionado en relación al cannabis, excepto el de pulmón.

Resulta especialmente relevante su contribución al cáncer de hígado, el órgano encargado de procesar las sustancias tóxicas. Además, el alcoholismo unido a desnutrición (en concreto a déficits de vitamina B1 o tiamina) puede provocar el síndrome de Wernicke-Korsakoff, un tipo de demencia  que interfiere con la formación de nuevos recuerdos.

Dado que es ilegal en muchos países, los efectos a largo plazo de la marihuana no son tan conocidos como los del alcohol. Se ha sugerido que, si se toma de forma crónica y en grandes cantidades, puede provocar problemas irreversibles en la memoria y en la cognición, además de favorecer la aparición de síntomas psicóticos y depresivos en personas predispuestas.

Referencias bibliográficas:

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  • Borgelt, L. M., Franson, K. L., Nussbaum, A. M. & Wang G. S. (2013). The pharmacologic and clinical effects of medical cannabis. Pharmacotherapy (Review), 33(2): 195–209.