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Un niño comiendo yogur con una cuchara y un babero

La sobreprotección en la infancia: un arma de doble filo

Aunque se los críe dentro de una burbuja, los niños tendrán que abandonarla en algún momento.

Proporcionar atención y cuidado a los hijos es algo que puede parecer intrínseco a la paternidad, pero evitar que su pequeño sufra o viva experiencias negativas, así como que su integridad corra peligro por causas externas, lleva a muchos progenitores a sobreproteger a sus hijos.

La sobreprotección se puede considerar como un arma de doble filo: las conductas protectoras de los padres evitan los posibles males que puedan acechar a su hijo, pero a la vez envían un mensaje indirecto a los pequeños sobre su incapacidad para valerse por ellos mismos.

A continuación vamos a mostrar las consecuencias que puede tener un estilo de crianza sobreprotector en el desarrollo infantil, así como las repercusiones a largo plazo en el estilo de personalidad y en la forma de actuar de estos niños.

¿Qué es la sobreprotección?

La sobreprotección familiar se compone de una serie de conductas por parte de los progenitores hacia sus hijos que se sustentan en la base de que  los padres son los únicos responsables de todo lo que les pase a sus descendientes.

Se suele dar en familias que fomentan un estilo de crianza sobreprotector (Schaefer, 1959). En estos casos las conductas emitidas por los padres se caracterizan por una alta calidez emocional pero un bajo control disciplinario.

Suelen ser características las conductas permisivas y los cuidados excesivos por parte de los padres, y en concreto de la madre. Cubrir absolutamente todas las necesidades de los pequeños sin que estos tenga que hacer esfuerzos son conductas que apuntan a la sobreprotección.

Influencia de la sobreprotección en el desarrollo infantil

Aunque el objetivo o la fuerza que mueve a los padres a proporcionar los mejores cuidados a sus hijos sean positivos, el estilo parental sobreprotector realmente incide de manera muy negativa en su desarrollo. Lo que en realidad sucede es que  limitan a los hijos y los privan de la capacidad de experimentar, descubrir y aprender por ellos mismos.

La sobreprotección envía un mensaje encubierto de incapacidad y dependencia a los más pequeños. Estos asumen que no son capaces de realizar tareas sencillas como comer, jugar en el parque o correr libremente si sus cuidadores no están presentes, lo que les genera temor ante situaciones que para el resto de personas no conllevan ninguna percepción de riesgo.

En el fondo, la sobreprotección puede llegar a ser entendida como una falta de respeto hacia los derechos del niño: su libertad queda totalmente coartada por parte de los padres, que han de supervisar y dar el visto bueno a absolutamente todas las actividades que realiza.

Por lo tanto, las conductas de sobreprotección por parte de los padres se traducen en una falta de autonomía e independencia en el niño o adolescente, lo que interfiere en el desarrollo de la exploración e incrementa los temores y la inseguridad de estos.

Consecuencias de la sobreprotección en el niño

Como se ha comentado anteriormente, la sobreprotección, al contrario de lo que pueda parecer a priori, ejerce efectos negativos en el desarrollo del infante. Este es un claro ejemplo de que existen múltiples variables ambientales que influyen en la formación de la personalidad y en las conductas de los más pequeños.

Partiendo de  la teoría de Vygotski acerca de la zona de desarrollo próximo y el andamiaje, guiar y proteger al niño es algo que todo adulto debe hacer. Enseñar cómo se lleva a cabo una tarea para que, a través del modelado y la práctica, éste la reproduzca es esencial en el aprendizaje del pequeño.

El problema surge cuando la zona de desarrollo próximo no se produce; esto quiere decir que no se proporciona al niño la distancia suficiente para que pueda llevar a cabo tareas por sí solo debido al temor de los padres por que lo haga mal o se lesione.

En este momento el desarrollo del pequeño se está viendo comprometido.  Se ven afectadas áreas como la formación de la personalidad y del autoconcepto o las habilidades psicomotoras necesarias para realizar actividades que los padres evitan que realice.

Además, esta incapacidad para solucionar situaciones difíciles o gestionar problemas conlleva un malestar interior en el pequeño del que los padres no van a poderse encargar. Los mecanismos de defensa psicológicos, tales como la negación, se activan y provocan una incapacidad de afrontar situaciones negativas.

Con respecto al autoconcepto, el niño sobreprotegido se siente inferior al resto de su grupo de iguales  y muy dependiente de sus padres. Esta incapacidad del pequeño para llevar a cabo tareas se traducirá en rebeldía en la adolescencia, etapa en la que probablemente será muy influenciable por parte de sus amigos ya que buscará figuras de dependencia fuera del hogar.

¿Por qué los algunos padres sobreprotegen?

Sabiendo todo lo negativo que conlleva en el niño las conductas de sobreprotección, ¿por qué existen padres que siguen ejerciéndolas? Esta pregunta tiene múltiples respuestas, en las que intervienen los factores que vamos a comentar a continuación.

Cabe destacar que las conductas de dependencia por parte del hijo hacia los padres son habituales en los primeros meses de vida, en los que el bebé depende de manera total de sus progenitores para asegurar su supervivencia.

Pero, una vez crecen, la dependencia total se va reduciendo llegando al punto que el pequeño necesita de autonomía para desarrollarse como individuo. Y aquí es dónde reside el problema: muchos padres alargan demasiado este período de dependencia, y es entonces cuando estas conductas de sobreprotección resultan negativas.

Esto sucede especialmente en madres y padres que tienen miedo a que sus hijos dejen de quererlos, y que consideran que marcar un patrón de normas o dejar libertad a sus hijos es arriesgadopor las consecuencias negativas que esto pueda tener en relación a los sentimientos del hijo hacia los padres.

Otros de los factores que llevan a este tipo de conductas son los sentimientos de culpa por no pasar más tiempo juntos y la evitación del sufrimiento  del pequeño. El deseo de que sus hijos no sientan tristeza y sean totalmente felices hace que se les eduque dentro de una burbuja de la que, no obstante, tarde o temprano tendrán que salir.

Por lo tanto, es evidente que son necesarios unos cuidados básicos hacia los pequeños, pero no se debe pasar al extremo de sobreproteger ya que se pueden producir consecuencias contrarias a las que se quería:  falta de tolerancia a la frustración, incapacidad para disfrutar  de aquello que se tiene o evitación de las relaciones interpersonales, entre otras muchas.