En ocasiones ocurre que ciertos medicamentos adquieren una fama casi mundial al poco tiempo de salir al mercado -en parte por su efectividad y en parte porque son administrados en el tratamiento de condiciones muy comunes entre la población general.
El alprazolam es uno de estos fármacos. Con el tiempo y las condiciones de vida diarias de las personas, este fármaco ansiolítico se ha convertido en uno de los medicamentos más solicitados por la población. En este artículo hablaremos acerca de qué es alprazolam, para qué sirve y cuáles son sus efectos secundarios.
El alprazolam, conocido comercialmente en algunos países como Xanax o Trankimazin, es un fármaco ansiolítico de la categoría de las benzodiazepinas que se caracteriza por ejercer un efecto corto y potente.
Es considerado un tranquilizante menor (en contraste con los antipsicóticos o tranquilizantes mayores) que se suele administrar en el tratamiento de los trastornos de ansiedad. Dentro de la categoría de los ansiolíticos, se trata de uno de los que tienen efectos más suaves.
Aunque posee una gran cantidad de aplicaciones, el alprazolam habitualmente se usa para tratar los trastornos de ansiedad como el trastorno de ansiedad generalizada (TAG), trastorno de ansiedad social y trastornos de pánico. Tal es su reconocimiento que es uno de los ansiolíticos más prescritos a nivel mundial.
Gracias a su mecanismo de acción, que consisten en la unión a localizaciones específicas de los receptores GABA, el alprazolam posee efectos ansiolíticos y sedantes pero también hipnóticos, relajantes musculares, anticonvulsionantes, amnésicos y antidepresivos muy eficaces.
El alprazolam fue lanzado por primera vez al mercado en el año 1981, siendo solamente aprobado para el tratamiento de los trastornos de pánico. Dos años después de su comercialización este fármaco se convirtió en uno de los ansiolíticos de más éxito, sobre todo en Estados Unidos.
Actualmente, el alprazolam se comercializa en tabletas de 0,25 mg y de 0,5 mg, tanto en tabletas normales como en tabletas de liberación prolongada y tabletas que se disuelven en la boca; además, también existe un formato de solución concentrada líquida. Todas ellas para tomar por vía oral.
No obstante, el alprazolam no se encuentra exento de críticas. El motivo es que parte de la comunidad médica afirma que existe un considerable riesgo de uso indebido y de dependencia, tanto en los pacientes a los que se les ha recetado como en personas que lo toman de manera habitual.
Debido a su alta potencia, a un inicio de acción rápido y a la vida media del alprazolam, es utilizado de manera común e indebida por la población general.
Tal y como se comenta anteriormente, el alprazolam se utiliza principalmente en el tratamiento de los trastornos de ansiedad, de estados de ansiedad con depresión comórbida y de trastornos de pánico (relacionados con las crisis de angustia).
Sin embargo, se ha establecido también como un medicamento eficaz para el tratamiento de las náuseas causadas por las quimioterapia.
La Organización de Alimentos y Medicamentos (FDA), un órgano estadounidense que regula y controla la seguridad sanitaria de alimentos y fármacos, aprobó el alprazolam para el tratamiento de los trastornos de ansiedad y para el alivio a corto plazo de los síntomas de la ansiedad.
Además, es muy común la prescripción de alprazolam para el tratamiento de la ansiedad asociada con depresión, como trastornos adaptativos mixtos o estados de ansiedad con depresión comórbida.
Sin embargo las propiedades antidepresivas del alprazolam todavía no se han determinado con exactitud, por lo que se encuentran bajo estudio.
Gracias a sus efectos ansiolíticos y sedantes, el alprazolam resulta muy eficaz en el alivio de la ansiedad (moderada y grave) de los ataques de pánico.
Sin embargo, algunos estudios sugieren que los efectos del alprazolam en el tratamiento de los trastornos de pánico solamente duran entre 4 y 10 semanas.
Aun así la FDA recomienda su administración en casos de trastorno de pánico con o sin agorafobia, así como para casos de trastorno de pánico resistentes al tratamiento en los que no existen antecedentes de tolerancia o dependencia.
En combinación con otros fármacos específicos, el alprazolam puede ser utilizado como tratamiento para disminuir las náuseas y vómitos que aparecen como efecto secundario de la quimioterapia.
Al igual que el resto de fármacos, el alprazolam puede provocar una serie de efectos secundarios indeseados en quien lo consume. Dependiendo de su intensidad y de su duración estos pueden llegar a resultar realmente molestos para el paciente.
Sin embargo esto no tiene por qué alarmar al paciente. Si alguno de estos efectos secundarios aparece el paciente deberá consultar su médico cual es la mejor opción para reajustar el tratamiento, pero nunca se podrá modificar o dejar el tratamiento con alprazolam por cuenta propia, ya que esto puede acarrear síntomas de abstinencia o rebote.
Los efectos secundarios del alprazolam pueden dividirse en dos grandes categorías: efectos secundarios graves y efectos secundarios no graves.
Sensación de sueño
Aturdimiento
Cefaleas
Fatiga
Mareos
Náuseas
Irritabilidad
Verborrea
Problemas de atención y concentración
Sequedad bucal
Alteraciones gástricas como estreñimiento
Alteraciones en el apetito y en el peso corporal
Dolor y molestias articulares
Problemas en la micción
Alteraciones en el deseo y/o el rendimiento sexual
En el caso de que alguno de estos efectos secundarios aparezca, el paciente deberá ponerse en contacto con el médico de manera inmediata.
Sensación de asfixia o de falta de aire
Convulsiones
Alucinaciones auditivas y/o visuales
Alteraciones cutáneas como sarpullidos o manchas amarillentas en la piel y/o los ojos
Alteraciones en la memoria
Dificultades en la coordinación y el equilibrio
Dificultades en la capacidad de hablar
Sensación de confusión
Alteraciones anormales en la conducta o en el estado de ánimo
Síntomas depresivos
Ideación suicida o intentos de suicidio
Finalmente, aunque no son habituales, el alprazolam puede provocar una serie de reacciones paradójicas. Entre ellas se incluyen:
Conductas agresivas
Episodios de manía
Agitación, hiperactividad e inquietud
Crisis de rabia y hostilidad
Contracciones musculares y/o temblores
Es muy importante que antes de iniciar el tratamiento con alprazolam el paciente ponga en conocimiento del personal médico cualquier condición física especial en la que se encuentre, así como cualquier posible alergia o si se encuentra en tratamiento farmacológico o de cualquier otro tipo (incluyendo remedios naturales y complementos vitamínicos).
De este modo disminuirá la probabilidad de que tenga lugar cualquier posible interacción perjudicial del alprazolam con otros fármacos o enfermedades.
Asimismo se desaconseja la administración de alprazolam en los siguientes casos:
Miastenia grave
Glaucoma agudo de ángulo derecho
Deficiencias hepáticas severas
Apnea del sueño grave
Depresión respiratoria
Insuficiencia pulmonar
Psicosis crónica
El alprazolam debe ser administrado con cautela en casos de niños y personas con dependencia al alcohol o las drogas, al igual que en pacientes de la tercera edad o con alteraciones psiquiátricas comórbidas. El motivo es que estos grupos de población suelen ser mucho más sensibles a los efectos de esta benzodiazepina.
En mujeres embarazadas o en periodo de lactancia, se ha comprobado que el alprazolam puede penetrar a través de la placenta y secretarse en la leche materna, aumentando la probabilidad de que aparezcan anormalidades congénitas en el feto, dependencia, letargia e infrapeso en el bebé.
Debido a su acción depresora del sistema nervioso central, el alprazolam con frecuencia causa un deterioro considerable del estado de alerta y aumentar la somnolencia en el paciente. Por lo tanto, se desaconseja tanto la conducción como el uso de maquinaria pesada durante su consumo.
Verster, J. C. & Volkers, E. R. (2004). Clinical Pharmacology, Clinical Efficacy, and Behavioral Toxicity of Alprazolam: A Review of the Literature. CNS Drug Reviews, 10(1): 45–76.